Tu nombre era un secreto
que ni yo mismo sabía.
Parte de un juego donde
solo uno podía perderlo todo.
Arriesgué mis labios
y una sonrisa de esas que dicen tanto
y te calan los huesos.
Había un 0,01% de posibilidades de que yo estuviera en ese vagón
y entraras corriendo ultimando los segundos como si lo hubieras ensayado antes.
3 de cada 5 encuestados a la salida del metro afirmó conocer la obra.
Incluso alguno dijo haber descifrado tu nombre,
pero nadie acertó.
Nos acabábamos de conocer y ya vivíamos juntos en la misma ciudad.
Casualidades de la vida.
Establecimos las pautas de la contienda: nosotros seríamos casa; 'choza'; edificio para habitar (una casa con vistas al parque).
Y antes de marcharte te entrometiste en mis pantalones dejando una nota. 'Si me necesitas corre. Si te necesito corro'.
Y ahora,
corriendo por la ciudad,
siento que este no era mi papel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario